martes, 1 de diciembre de 2020

Hola.

  ¿Por qué publicar en pleno 2020, en un blog que tienes medio abandonado?


La nostalgia se ha apoderado de mí. Quizás este año y las tremendas circunstancias que estamos viviendo en todo el planeta Tierra, han hecho que se tenga más tiempo para pensar.

Siempre trate mi blog como ese lugar en el que poder expresarme libremente y ser yo misma con toda mi esencia. O eso creía. Bendita inocencia de la adolescencia.

Actualmente, sigo siendo la misma chica que escribía aquí, que tenía sus luces y sombras, sus valores e ideología bien marcadas, pero ya no es la adolescente ni la chica de 22 años inmersa en una carrera universitaria. Ahora, soy una adulta, que se supone que tengo que ser funcional y bla, bla, bla, bla.

Y dentro de esa adultez impuesta a la que te ves disparada una vez que terminas tu formación académica, y a la que no estás preparada, ahora soy una chica de 26 años, opositora y en paro. Vaya, ¡qué sorpresa! En paro, como tantísimos y tantísimas jóvenes. 

"Es que los jóvenes no os queréis esforzar, queréis estar siempre en casa de los papis". Claro, todo chaval o chavala de 25-30 años, prefiere estar en casa de sus padres/madres/tutores legales, antes que tener independencia, un trabajo digno, la libertad que supone esa independencia (horarios, orden y tantas otras cosas). Cuéntame más.

Quizás y solo quizás, es curioso que la generación más preparada de la historia, sea una de las que más jodido lo tiene para conseguir trabajo. Nos vendieron como que tener estudios te garantizaba trabajo y una vida algo digna. Menuda hostia hemos recibido. Y se nos echa la culpa que con 17-18 años, creas a las personas adultas. A esas edades no estamos para decidir nuestro futuro y nuestra vida, por muy maduro o madura que una crea ser o le digan que es (que esto es otro asunto que me gustaría tratar).

Bueno, que este año nos ha azotado a la población infantil, a los y las adolescentes y jóvenes, y a las personas adultas. Al menos, a quienes hemos tenido algo de conciencia y responsabilidad social.


Igual que hace unos años me daba igual si me leía alguien o no, ahora ocurre lo mismo. 

Necesito expresarme y que mejor que volver a "mi refugio".